Rinaldo Martino o “El Negro” como lo conocían en el barrio empezó a sumar sus primeros palotes en el futbol jugando para Belgrano de Rosario. Su estadía futbolística en Santa Fe fue corta, con sólo con 18 años pasó a San Lorenzo donde en 1946 ganó el titulo de primera división formando una histórica delantera con René Pontoni y Armando Farro. Los de Boedo habían viajado a comprar al jugador de Newells Aguirre por $40.000 y después de ver un amistoso entre los rojinegros y el equipo de Martino quedaron deslumbrados
Terminaron cambiando el objetivo y comprando a “El Negro” por $13.000
Su llegada al Cuervo y a Buenos Aires no fue fácil al principio, Ernesto Picot que integraba la reserva de aquel equipo contaba: “Se vino muy pobre al club. El primer día parecía que tenia vergüenza. Se sentó en el cordón de la vereda del estadio a esperar. Un dirigente nos pregunto si había llegado un chico nuevo y le dijimos que no. Hasta que perdió la timidez y fue terrible.”
Poco le duro el apodo de “Negro” que traía de Rosario. Un día entrenando con un equipo de juveniles en una charla con su compañeros Martino le dijo a todos: “Yo quiero ganar ma mucho que ustedes”. Ahí le quedó el apodo con el que seria famoso “Mamucho”.
El éxito de San Lorenzo en el 46 llevo al equipo a una gira por Europa, a fines de la década del cuarenta, en la que el temible trio volvió a hacer estragos (Martino dijo “nunca más vi una delantera asi”). Al igual que ahora, el gran nivel en la gira hizo que la Juventus se fije en él y mude sus goles y gambetas al viejo continente.
Así que en la temporada 1949/1950 fue a la Vecchia Signora, jugó 33 partidos y metió 18 goles, fue campeón, lo apodaron “Pie de Terciopelo”, actuó en una película y hasta se puso la azzurra para un amistoso con la selección de Italia. Todo eso no fue suficiente para él a fines del 50 se volvió a Argentina para jugar en Boca. Extrañaba al país, los amigos y el tango. Años después reconoció que fue su peor error volver.
En Boca le metió un gol a San Lorenzo, su amor y no pudo siquiera alegrarse por la conquista.
En el club Xeneize no rindió de la forma esperada y termino cruzando el charco para jugar en Nacional de Montevideo donde recupero su nivel y fue bicampeón. Se retiró en el país charrúa jugando en Cerro. Se dejó joven el fútbol. A los 32 años.
Mientras jugaba en Cerro vivía en Argentina, viajaba en tren los sábados, jugaba los domingo y se volvía cuando terminaba el partido. El trajín lo cansó y colgó los botines.
Se sacó las ganas de jugar dos Sudamericanos con la Selección Argentina. Ahí le metió un gol a Uruguay que para Fioravanti fue el gol de América y le dio el titulo a su país. Roque Maspoli, campeón mundial en Brasil 50 y quien sufrió ese gol, declaró años después: “Martino era uno de esos crack indiscutidos, tuvo la mala suerte de la etapa sin mundiales y que argentina no jugó ni el 50 ni el 54”.
Bohemio y tanguero, una vez retirado abrió un famoso bar llamado “Caño 14”. Ahí desfilaron grandes nombres del tango como el Polaco Roberto Goyeneche o Aníbal Troilo. Algunos dicen que hasta Joan Manuel Serrat se animó a cantarle unas estrofas de “Sur” en ese bar y ahí escucho miles de veces “Naranjo en Flor” su canción favorita.
Igual Mamucho nunca traslado su habilidad en las piernas a la pista, “Un vez un muchacho me invito a su academia para aprender a bailar y le dije que no. El tango es para escuchar y nada más”.
Como buen tanguero su magia se apagó una madrugada del 2000.