domingo, 20 de noviembre de 2011

Fundación "Por Los Chicos"


¿Qué haces despierto un domingo a la mañana? Tenes dos opciones o vas a laburar o volves de algún boliche. Este no es el caso, en un ataque de curiosidad y por unos amigos que hacen una gran revista llamada “Fútbol Oculto”, me enteró que las cebollitas todavía existen. Si, y juegan en la Villa 31.

Este equipo tiene varias categorías juveniles (desde la 92 hasta la 2000) y participa de la liga argentina. Es una creación de la fundación “Por los chicos”. Me encuentro con Gabriel Mansilla, uno de los contactos para ver a los chicos y organizadores de PLC: “Lo hacemos por los pibes, para que tengan un lugar donde parar. Para que en vez de andar por la calle se concentren en el deporte. También tenemos talleres de música, de computación. Es un lugar para la contención”.

Así partimos desde la colorida Villa 31, con sus edificios de cuatro pisos y sus paredes pintadas de varios colores. Caminar unas cuadras hasta el micro fue una experiencia que habla de Gabriel, cada uno en el barrio lo saludaba. En la villa nos esperaba un ómnibus de la larga distancia de FlechaBus. La empresa de transporte le presta un bus con chofer todos los fines de semana para llevar a los pibes a la cancha.

El viaje se retrasa por Álvaro, un colombiano de 11 años se había olvidado el documento. Gabriel, pensó en dejarlo atrás, no le parecía justo dejar sin jugar a los demás por el despiste de uno. Llegar tarde le haría perder los puntos y el partido. “Espéralo que es el mejor cuatro que tenemos”, le dicen desde atrás. Agitado, el juvenil lateral llega con su DNI en la mano.

Los chicos jugaban de local en Lugano, así que nos subimos al micro para ir a la cancha. Toda la categoría 92 había tomado la parte de abajo del móvil e intentaban descansar. Era imposible: Todas las categorías menores correteaban y saltaban por el micro. Los gritos estuvieron presentes todo el camino.

Llegamos a la cancha y todos se metieron en el partido. Ya no había gritos. Entraron al vestuario y se cambiaron como un rayo, mientras escuchaban la charla técnica. Arrancaban los más grandes,  contra Huracán. “Seguilo a Luis, el 10, es medio caprichoso pero la rompe”, se sincera el DT antes del partido.

Áspero el partido, pero un potente tiro de Luis les dio la victoria. Ni miraron los vestuarios, ni tampoco  festejaron. Tranquilos se pusieron a un costado de la cancha y miraron a la categoría que seguía.  Se me acercó Gabriel que por lo bajo me dice: “Mira bien a este equipo que es un infierno, juegan todos juntos desde que nacieron”.

Así fue, les pintaron la cara y les metieron como 6. Perdimos la cuenta. La magia estaba lejos de la red, si no en los pies de los pibes que nunca metían una gambeta de más, que siempre daban el pase preciso.

Llegaba el último turno del día. El de la categoría  de Álvaro, el famoso cuatro. Es verdad lo que decían de él, mostraba una velocidad y una lectura de la cancha envidiable para alguien de su edad. Pero no alcanzó para que el equipo gane y fue derrota. Parecía que la mañana se manchaba. Los pibes escuchaban el silbato del árbitro que marcaba el final. Algunos se tiraban el piso, otros miraban para abajo. A ninguno le gustaba perder y la bronca y la tristeza se notaba.

Duró poco igual. Con un gesto de hermandad. Los más grandes se pararon todos (todavía no habían pasado por el vestuario y seguían al costado de la cancha mirando a los más chicos) y fueron a buscar a los juveniles.  Los abrazaron, los levantaron y cuando ya no quedaban rivales en la cancha, se quedaron jugando todos juntos: Los Cebollitas no habían muerto, estaban más vivos que nunca.

1 comentario:

  1. Correcciones:
    Te faltaba una nota color, pero hiciste esta buena crónica. La diferencia es que la nota color hablaría de lo que pase alrededor de los partidos, sin contar ni cómo salieron.
    Está muy bien de todos modos el posteo.
    Tenés que trabajar más sobre las descripciones. Buscar más detalles, visuales y sonoros. Todo suma. Vas por el buen camino.
    La clave, es que mejores la corrección. Hay varios errores y repeticiones que afean el texto.
    Buen trabajo.

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